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sábado, 21 de junio de 2014

Un "break" para vivir una experiencia gastronómica y enológica entre colinas lisboetas. 1ª Parte. Lisboa

Estoy convencida de que, para darme cuenta de lo absurdo que es lo cotidiano, es imprescindible navegar por nuevos escenarios que, exhiben misteriosos e incomparables rincones, hasta ahora desconocidos y que llenarán de anécdotas mi cuaderno de bitácora, como tantas otras veces. La memoria es algo curioso, he ahí una de las razones por la que tomo notas en mis viajes, para después, hacer uso de ellas y reconstruir con todos los detalles, mis vivencias, evitando así que se puedan borrar de mi mente.


Apenas han pasado veinticuatro horas desde mi encuentro con la ciudad del fado y, aquí estoy, sentada en la terraza del Restaurante-Bar "À Margemaprovechando los avances tecnológicos y, al mismo tiempo tomar unas notas con las que poder compartir en esta ocasión, un auténtico tesoro que se encuentra a orillas del Tajo, Lisboa

Es la primera vez que prescindo de una libreta de papel. Sin embargo, hoy por hoy, cuento con todo lo necesario y la compañía adecuada para vivir una deliciosa experiencia gastronómica y enológica, bajo el remolino de eternas estampas y miradas lisboetas.  ¡Un sorprendente acierto!



Como diría mi amigo JP, Portugal es como estar en casa. Y así nos sentimos durante todo el viaje. Qué mejor forma de comenzar que... comiendo en el Restaurante Laurentina, o Rei do Bacalhau, situado en el barrio alto de Lisboa. Es uno de esos lugares con historia que nunca defraudará a los amantes del bacalao y donde lo podrás degustar en diferentes modalidades como las croquetas, el Bacalao a Laurentina o el Lomito de Bacalao.

Ahora bien, para mí el plato estrella es sin duda, el clásico Bacalao a Brás que, armonizado con un ligero, aromático y afrutado Alvarinho "Floral de Melgaço" cosecha del 2013 o bien otro "vinho blanco" más discreto, con buqué más complejo pero muy sugerente como "Castello D'Alba" Gran Reserva de 2012, harán de este plato una delicia excepcional.



¡Es hora de moverse y descubrir la ciudad de las siete colinas! ¡Prepárate no sólo para caminar y caminar, sino también para subir y bajar cuestas de lo más empinadas!. Estamos de pie en la esquina de la  "Avenida da Liberdade" con la Calçada da Gloria y el tiempo se detiene para admirar en esta calle estrecha, el primer tranvía que encontramos a nuestro paso. Algunos de los vagones son tan antiguos como la "Primera Guerra Mundial" y aunque no son nada cómodos es un atractivo casi obligado que merece la pena probar. 

La buena temperatura nos acompaña en el camino y a pocos metros nos encontramos con una plaza amplia y rectangular, la Plaça dos Restauradores que representa públicamente la independencia de Portugal en 1640 del dominio español. En el centro emerge un obelisco  que con sus figuras, destacan la victoria. 

A continuación, antes de llegar a la Rua Augusta, otra plaza hace honor a Don Pedro IV de Portugal. Es la animada Plaça do Rossio y sirve de punto de encuentro  para ciudadanos y visitantes. Alberga edificios como el Teatro Nacional y el conocido, Café Nicola que resalta por su fachada art déco. Reclamaron poderosamente mi atención  dos suntuosas fuentes de bronce que, en ese momento brillaban gracias a un agradecido destello provocado por la luz del sol. 



La Rua Agusta es una calle peatonal que sirve de nexo entre la Plaça do Rossio y la Plaça do Comercio,  la más importante e imponente de Lisboa. Antes de llegar al Arco de Triunfo encontrarás a tu paso, tiendas curiosas, incluso podrás divisar el Elevador de Santa Justa en una de las calles adyacentes.


Pasa un tranvía tras otro y el paso se entorpece al cruzar el majestuoso Arco Triunfal, admirando así, una Plaza que en su día fue la esencia del comercio en la capital portuguesa y, una de las más monumentales de Europa. La Plaça do Comercio contiene una importante huella histórica y en su día albergó el palacio real que fue destruido por el terremoto de 1775. 


Animadas e hilarantes terrazas fluyen a tu izquierda mientras levantas la mirada, hacia el río Tajo. Decenas de incondicionales se encaminan para concentrarse en la orilla, atraídos para coincidir contigo en un instante mágico y por un momento sentir el débil caminar de un río para encontrarse con el mar. Sin duda, esta oportunidad hará que con el paso del tiempo no olvides esta flamante plaza.


Es hora de ir al Castillo de San Jorge que, se alza en una de las siete colinas de Lisboa. Para llegar, que mejor forma de hacerlo que,  cogiendo el tranvía 28 en la parada de la "Iglesia Santa Maria Magdalena"a pocos pasos de la Plaça do Comercio. Divertida, y apretada experiencia en la que no deberás descuidarte, si no quieres perder la cartera.





7 comentarios:

  1. Maravillosa invitación a Lisboa!

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    1. Me alegra que te haya gustado, en breve mas detalles sobre esta incomparable ciudad. Un abrazo

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  2. Este es un destino que tengo en pendientes...igual lo dejo para más adelante, pero me quedo con tu ruta. Besos

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    1. Es una ciudad increíble y da para mucho. Ya tienes la segunda parte en el blog..Gracias por tu comentario. Besos

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  3. Que bonita ciudad, tan cerca y no la he visitado,,, una ruta preciosa xd

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    1. Es una ciudad con un dinamismo increíble, es más te sientes como en casa, merece la pena una escapada. Gracias por tu comentario Isabel.

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  4. Ahh,,, las siete colinas (que a estas alturas son más) 'as sete meninas encantadas'...
    Lisboa es una de mis ciudades europeas favoritas. Lástima que para los que estamos del otro lado del Atlántico el pasaje no sea como para un 'puente'! Muy bonito tu post. Y por cierto, mucho cuidado con los carteristas en el tranvía 28!

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